lunes, 29 de septiembre de 2008

amor a los animales

Mi mujer es una amante de los animales. A veces creo que los quiere mas que a mi. Conoce todos los gatos de la calle, los perros, yo creo que hasta los gorriones le pian cuando ella pasa. No le gustan ver a los canarios en sus cárceles. A veces me peleo con ella pués entre pan para los pájaros, bolitas para los gatos y algunas veces salchichas, que a los joios le encantan etc. etc. me parece que gasta medio sueldo. En cierta ocasión cuando volví de viaje me encontré un patito en casa. Estaba en brazos de mi hija Reyes, les dije: Vdes. no saben lo que han metido en casa- Mi esperanza era que se muriera (pobrecillo) pero nó el condenao seguia vivito y coleando (nunca mejor dicho). Aqui me tienes que lo sacábamos de paseo metido en una bolsa, con un lacito en el cuello y cuando llegábamos a un bar u otro lugar lo sacábamos y lo dejábamos suelto y a sus anchas (tampoco tuve suerte y lo cogió un gato, era otra de mis esperanza) el pato creció y creció. Tambien yo le tomé cariño y para que mi mujer no protestara tanto, muchas veces recogía sus cositas que se hacía en cualquier lugar. Llegó un momento que era practicamente imposible tenerlo con nosotros y mi esposa optó por regalarlo a un familiar que tenía una casa en el campo y en ella muchos animales de granja. Un buen dia se le ocurrio a mi media naranja ir de visita a ver el pato, habian pasado varias semanas y lo vimos desde lejos, pero mi mujer lo llamó diciendole PATIIIIIIIIIII - PATIIIIIIIIII. como lo hacía en casa y el pobre animal salió volando y se acurrucó a sus piés, impresionante, de verdad, si no lo veo no lo creo. Me da el tufo de que el pobre animal terminó en una cazuela, pero en fin es ley de muerte (iba a poner ley de vida).

En otra ocasión escribiré otra cosita sobre los animales en casa.

Si alguien lo lee que se de por abrazado.

3 comentarios:

Candela dijo...

Pues el pato a la naranja es mi plato favorito, que conste.
Yo tengo una serpiente de mascota, y me avergüenza un poco mirarla y saber que un dia en casade un amiguete australiano me comi un filete de un pariente suyo... en fin, cosas de la vida...

S. dijo...

me encanta tu blog paisano

Charlie White dijo...

nooooooooo, el pati no pudo acabar en una cazuela, noooooooo.
Me acuerdo que por las noches se acostaba en nuestra almohada (qué suave) y que el hijo de mi padrino se quedó a dormir una noche; no teníamos ni idea que le tenía pánico a los patos... hay gente pa tó.
A sí que nos fuimos a dormir, y en la madrugá se escuchó: ¡¡¡Maruuu, quítame a este bicho de aquíiii!!! (creo q se enteró toda la calle); al día siguiente nos contó que estaba dormido, y entre sueño y sueño se dió cuenta de que la almohada era muy suave, y él la acariciaba y pensaba: qué suave, qué suave. Hasta que un cuac, cuac, cuac le despertó y lo primero que vió fué al pati justo al lado de su cabeza.
Cada vez que mi padre le preguntaba: ¿te quedas esta noche en casa?, el contestaba: ¿sigue ese monstruo allí?, porque si es que sí, no ¿eh?.
Una crueldad sin pensarla fué un día en el almuerzo que le dimos de comer pollo al pato... le encantó.